¿Qué es un amigo? Es un único alma que vive en dos cuerpos. (Aristóteles)

domingo, 1 de abril de 2012

Así es la vida...


Si la palabra nos separa, es que nunca estuvimos juntos.

Hoy quiero escribirle  a todo y  a nada, a todos y a nadie, a lo blanco y a lo negro,  al sí y al no, y a todos  los tonos intermedios. A la palabra, a la  amistad.
 La palabra amistad que mal traída y llevada está, que  devaluada, se comercializa con ella en post de una camaradería ocasional, de un encuentro fortuito en la vida que aún no ha madurado lo suficiente, y cuando digo fortuito pudiera ser desde unos minutos a algunos años. La amistad es como  el buen vino necesita tiempo y reposo en la sacristía.
         En la vida tenemos a nuestro alrededor muchos conocidos, figuras grises, que van de paso por las aceras de tu vida, a veces parecen que toman color, pero es solo un colorido fugaz, la figura que es gris termina siendo gris, y el color, ese momento de entendimiento, de conexión se pierde porque si arañamos las corteza se queda el fruto pelado y mondado, y ese fruto no siempre tiene sabor,  muchas veces es insípido.
         La palabra, carretilla sonora de los sentimientos, que carga con opiniones, discrepancias, lamentos y alegrías puede a veces ser un muro entre personas. No  a todos nos inspira  o nos transmite lo mismo un poema de Antonio Machado. Una arenga del Che Guevara, o un sermón de Benedicto XVI.

 “Hay palabras de Dios, y palabras  que son de honor, también hay palabras de amor. Palabras que tan solo son insulto y otras son como un susurro cargaditas de pasión…”
         Pero ay si la razón no tuviera palabras para ondear al viento, que color más oficialista tendría este mundo.
         La amistad tan vapuleada y sacudida por abrazos ocasionales, palmadas en la espalda e intereses oportunistas, está por encima de ideologías, de razas, de sexos, está por encima de premios, de acordes en las nubes y de “tablas” en la tierra.
          La amistad calla cuando el otro “resbala”, sostiene cuando  el otro tambalea, escucha pero  no tapa  la boca, habla  sin desviar la mirada. La amistad permite desnudar el alma, descargar la conciencia, enmudecer las diferencias.
         La amistad  es la presencia  en las desavenencias, no se mira el ombligo propio  habiendo horizontes compartidos. Es más que un SÍ rotundo, que un NO renqueante, que un “quizás” oportunista y que un “tal vez  me venga bien”.
         La amistad no disfraza la razón,  ni mata al mensajero. Como mucho calla y  en la balanza de la vida pesa  las diferencias en el plato del olvido, que siempre es  el que debe pesar menos.
         A veces la palabra, pronunciada o silente y la amistad,  se echan un pulso, o esta primera es  monedas de cambio en la economía sumergida del interés  personal. Y es que el corazón a veces manda sobre el cerebro como dijo Francesco  Petrarca  poeta italiano “No ha lugar la razón contra la fuerza de la pasión.
         La palabra, fundamentada, razonada, respetuosa y oportuna no tiene  que pedir disculpas por existir, solo ser leída o escuchada, asumida o rechazada, elogiada o criticada, reproducida o borrada, recordada u olvidada.
         Por eso “Nunca des explicaciones: tus amigos no las necesitan y tus enemigos no las creerán (Víctor Grayson)




                                                                                                   Manuel Fernández







2 comentarios:

Blas Miguel Hernández dijo...

Cuando se hurga en la llega del corazón,
aflora presta la lira de su sueño,
dando cordura a la pasión y a la razón.

chapó.

Anónimo dijo...

verdad que si, los verdaderos amigos se cuentan con una mano